Llegó Diciembre, mes de fiestas y recogimiento familiar, felicitaciones y buenos deseos. Una época donde todos queremos ser un poco mejores,de lo que hemos sido durante el año, es el momento de acordarnos de aquellos que hemos tenido olvidados largo tiempo, y que al llegar estas fechas nuestro corazoncito los reclama.
En nuestra infancia aprendimos que en nuestro mundo occidental, la Navidad al margen del carácter religioso, también tiene un componente integrador en las personas, hacemos una pauta en nuestra lucha por la subsistencia, que aprovechamos para recargar fuerzas, un ejercicio mental y físico, nos lavamos la cara de la mugre acumulada durante el año, y por unos días intentamos ser más amables con los de nuestro entorno, e integrarnos en la alegría general.
En todas las culturas y religiones existe esta forma de obrar, lo único que cambia es el carácter de la festividad y la fecha. En épocas ancestrales habían ritos llamados paganos, que ya tenían esta función.
Durante la guerra civil en medio de la penuria que sufríamos con familias separadas y el horror a cada paso, al llegar estas fechas las recordamos con añoranza , aunque fuera por un solo instante, mentalmente necesitábamos creer que cuanto sucedía era un mal sueño que pronto acabaría.
No importa raza, religión o credo, desde que nos consideramos animales racionales siempre hemos precisado periódicamente, hacer cura de humildad para demostrarnos que tenemos sentimientos, y la egoista forma de actuar, es solo producto del entorno belicioso en que vivimos, la lástima es que sea un gesto muy escaso durante el año, el resto mayormente nos dejamos llevar por los instintos más primitivos, asemejandonos más a los irracionales.Durante la guerra civil en medio de la penuria que sufríamos con familias separadas y el horror a cada paso, al llegar estas fechas las recordamos con añoranza , aunque fuera por un solo instante, mentalmente necesitábamos creer que cuanto sucedía era un mal sueño que pronto acabaría.
Foto: Esther Silva